Cuando eso me subió me dio un dolor en la barriga, náusea, y me quedé ciego. Vomité y después me desmayé. Desde ahí no recuerdo más nada. Yo no vuelvo a beber clerén jamás”, así narra un sobreviviente de la intoxicación masiva de clerén.
Cuando lo dice, pone una cara como de arrepentimiento. Razones le sobran, porque debió estar dentro de las 15 víctimas que hasta el momento produjo la ingesta del clerén en esta zona, pero él sobrevivió. Valdez Arnó Jiménez es un agricultor, padre de 14 hijos, residentes en la comunidad de El Cercadillo, y uno de los que adquirió “el alcohol de la muerte”, que causó luto y pánico en estos lugares, situados al norte de la cordillera Central. El Cercadillo es una aldea de pequeños agricultores situada en la cercanía de la carretera Internacional, perteneciente al municipio de Pedro Santana, Elías Piña; pero donde muchos prefieren hacer vida económica en Restauración, de la provincia Dajabón.
“Estábamos tomando unos traguitos de contentos, por impostura. Lo hacíamos siempre y no sucedía nada. No sabemos si fue una química mala que le metieron al romo”, cuenta Valdez en su casita, al momento en que deja escapar una sonrisa que denota alegría o nerviosismo. En este lugar murieron dos personas, que no tomaron el ron en el velorio de “Huila”, en Pedro Santana, como se ha dicho sobre las víctimas.
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