Ancianos, limpiabotas y mendigos empezaron a formar una fila a las afueras del portón de los Comedores Económicos del Estado Dominicano. Eran las 11:30 de la mañana y ya faltaba poco para que los más necesitados pudieran degustar, por solo 10 pesos, el almuerzo del día.
Mientras esperaban a que la puerta del comedor se abriera, aquellas personas, que en su mayoría rebasaban los 60 años, teorizaban sobre los inmigrantes haitianos con estatus ilegal en el país.
“Estos haitianos están por donde quiera; aquí se orinan y c...(explícito) en las calles, y nadie hace nada; estamos jodidos”, vociferaba un hombre desde su turno en la fila, a espera de que la comida estuviera servida.
El chófer de Listín Diario, Kelvin Soriano, y quien escribe, se colocaron en los zapatos de aquellos desdichados que, diariamente, acuden a esa institución por una ración de comida cocida.
Y la puerta abrió, exactamente, a las 11:50 de la mañana.
Los agentes de seguridad quitaron el candado y abrieron la puerta de reja, con un llamado a entrar en orden y que no se trastornara la línea, que se había formado a las afueras de las instalaciones.
La fila no era larga y transcurrieron unos cinco minutos para llegar hasta la cajera que cobra los tickets de comida, para luego entrar al comedor y retirar el almuerzo del día: Arroz amarillo con coditos, y repollo, el plato de la casa.
Dentro del comedor
En el área de comida hay aire acondicionado central, y alrededor de diez mesas de a una y dos sillas de plástico grueso, por lo que algunas personas tenían que comer de pies, sosteniendo el plato con las manos.
Muchos compraban guineos y aguacates a los vendedores ambulantes colocados sobre la acera de los Comedores Económicos, para acompañar la comida del día.
Los empleados servían el almuerzo con guantes blancos y cucharones de metal, visiblemente higiénicos. No obstante, una mujer del personal hacía encuestas a los presentes sobre el servicio que estaban recibiendo por parte de la institución.
“¿Qué tal la comida? ¿Es la primera vez que vienen? ¿Cómo los han tratado? ¿Qué tal el menú de hoy?”, eran las interrogantes que hacía la empleada a los ancianos, limpiabotas y mendigos en pleno almuerzo.
Al preguntar por el repertorio de comida, la señora dijo que cada día es variado.
“Aquí un día podemos servir carne, arroz blanco y habichuelas. Otro día podemos servir locrio de arenques, y otro día coditos o espaguetis, pero sí es variado”, afirma.
Los Comedores Económicos, situados en la avenida San Vicente de Paul, acepta a todas las personas. No distingue clases o nacionalidades.
A pesar de los que no tienen techo para dormir, los más necesitados sí tienen un punto de comida económicamente asequible.
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