El Departamento de la Vivienda de Puerto Rico se enfrenta al monumental reto de dar respuesta al problema creado por la destrucción de cerca de 50.000 viviendas en la isla tras el paso del huracán María.
El secretario de ese Departamento, Fernando Gil, dijo ayer en entrevista con Efe que a pesar de la magnitud de los daños se trabaja desde el día después del paso del ciclón, el 20 de septiembre, para ayudar a quienes perdieron sus viviendas en el país.
La cifra aproximada de 50.000 se refiere a casas destruidas, ya que el número de viviendas parcialmente afectadas se calcula que ronda las 250.000, lo que da idea de la magnitud del desastre.
El huracán María cruzó la isla caribeña ese día con vientos sostenidos superiores a 257 kilómetros por hora, una fuerza que resistieron los edificios de San Juan y de las principales ciudades de la isla, pero demasiado para la gran cantidad de casas desperdigadas por el interior y la montaña, muchas con débiles estructuras.
El contraste entre, principalmente, San Juan, una ciudad moderna y con viviendas con códigos de construcción para aguantar huracanes de gran magnitud, y el interior es muy alto y saca a relucir dos realidades muy diferentes.
En los municipios de la montaña abundan casas de madera y otras con endebles techos de zinc -que salieron volando al paso del huracán- que no están diseñadas para aguantar un embate como el que supuso el histórico huracán María.
Además, con independencia de la debilidad de la estructura y materiales de estas casas, gran cantidad de ellas se construyeron en cualquier lugar y sin pasar por ningún estudio que garantizara que no estaban expuestas a crecidas de ríos o inundaciones.
"Pude comprobar en visitas -aéreas- de inspección el estado de muchas áreas", señaló el funcionario, para quien la población debe saber que las ayudas llegarán gracias a los fondos millonarios que va a destinar a los destrozos provocados por el huracán la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (Fema) y el Departamento de la Vivienda de EE.UU.
La consultora Estudios Técnicos estimó en un estudio preliminar que las viviendas seriamente dañadas o destruidas podrían llegar a 90.000 en el peor de los escenarios, aunque la agencia de calificación de crédito Moody's cifraba la cantidad en 100.000.
Gil dijo que la cifra de 50.000 que baraja su agencia es conservadora y que si se toma como referencia el huracán Georges que en 1998 arrasó Puerto Rico esa cantidad podría elevarse a más de 60.000.
El funcionario resaltó que las ayudas llegarán y que dentro de la desgracia que ha supuesto el paso del huracán puede tratarse de "un punto de partida para volver a evaluar los códigos de construcción de la isla".
Gil reconoció que muchas de las viviendas afectadas se habían levantado "sin permisos de construcción y en áreas invadidas", situación que a partir de ahora debe mejorarse para evitar daños como los provocados por el paso del huracán María.
El censo para la isla de 2010 -último disponible- mostró que en Puerto Rico había 1,6 millones de viviendas en cada una de las cuales vivía un promedio de 2,8 personas.
La situación no está totalmente restablecida, ya que a día de hoy todavía cientos de puertorriqueños permanecen en refugios debido a los graves destrozos registrados en sus viviendas.
Las ayudas de Fema para la reconstrucción de las viviendas están destinadas a quienes pueden demostrar un título de propiedad o que contaban con permisos del Gobierno, lo que hace temer que muchas personas que construyeron sin permisos no puedan beneficiarse.
No se trata de un problema menor, ya que la Asociación de Constructores de Puerto Rico estima que 55 % del total de las viviendas de la isla no tienen permiso de ningún tipo.
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